40. Otro material:



 

 

Artículo (1983): “Amortización contable, factor de descapitalización

Por Joan Palmarola Nogué

 

“En España el Plan General Contable Español (PGCE) publicado en 1973, contempla la amortización del inmovilizado material, inmaterial y lo que se conoce por gastos ficticios, determinando una mecánica contable y métodos progresivo, regresivo, lineal…

 

Se realiza la amortización de los bienes a lo largo del tiempo, sin coincidir la amortización en el tiempo con el pago del bien o inversión. Con ello se crean amortizaciones acumuladas y se distinguen métodos de amortización directo e indirecto, pero siempre ambas lo son en el tiempo.

 

Las amortizaciones se efectúan sobre bienes de equipo o activo fijo material, así como en gastos de investigación y constitución, entre otros. Aquí se da la gran paradoja de que estos últimos figuran en el activo de la empresa, pero como gastos ficticios, los cuales, de serlo (ficticios), ¿por qué figuran?

 

¿Qué sucedería si las compras de toda empresa española vía inversión, ya sea en bienes de equipo o investigación, por ejemplo, se destinasen a gastos dentro del ejercicio en que se adquieren o se verifican? ¿En qué medida afectarían a los costes de explotación?

 

Según el tratamiento que se dieran, no tendrían que afectar al resultado de explotación si se jugara con las cuentas oportunas, por ejemplo: resultados extraordinarios y fondo de reposición de maquinaria (estudio que tengo a disposición de los interesados). Siendo posible el tratamiento contable (aunque diferente del actual) ele primer efecto que se conseguiría sería obtener una mayor liquidez de la empresa y solvencia. Aparte de éstos, otro gran efecto que constantemente demanda la sociedad española: inversión, porque con ello se colabora directamente a la misma (sin tonterías monetaristas), provocando un efecto multiplicador y expansivo de la economía española.

 

¿Acaso es utópico hablar de efectos de mayor liquidez, solvencia, inversión y expansión de la economía en una situación en la que parece que no existen ideas válidas para que crezca la economía y, por tanto, el bienestar de los ciudadanos y, excepcionalmente, los que tienen el poder de las grandes decisiones, sólo hacen que mirar a la economía americana para que, caso de que haya un relanzamiento (¿) de aquella economía, la misma nos sirva de locomotora para arrastrarnos hacia cotas de mayor desarrollo?

 

O sea, ¿Qué España se tiene que aguantar y someter a lo que suceda en otro país, sin poder actuar en ninguna dirección? ¿Y qué tiene que decir la clase dirigente del país, tanto política como la que decide en áreas de la economía, a tales planteamientos que hoy por hoy se hacen? ¿Es que en economía tenemos que hacer lo propio como cuando subimos a un avión, que sólo sabemos que hemos llegado  bien a destino cuando bajamos de aquel transporte público? Otra pregunta sería: ¿dónde están los grandes economistas de nuestro tiempo y en nuestro país para que aporten soluciones?

 

Considero que lo que propongo tendría efectividad en cuanto a que las empresas tendrían mayor liquidez y solvencia, generándose inversión real y premiando la producción nacional, provocándose un efecto multiplicador y expansivo de nuestra economía, llegando España a estar en una situación económica sana y creadora de investigación y riqueza.

 

El tratamiento contable del PGCE estuvo influenciado por el Plan Contable Francés, muy anterior al PGCE, y por la década de finales de los sesenta, y siendo que aquel período era de expansión de nuestra economía, el planteamiento de amortización acumulada resultaba un tanto indiferente al empresario e inversionista español, por cuanto las empresas solían obtener beneficios muy sustanciosos por los altos márgenes comerciales con que trabajaban y con un mercado deseoso de adquirir cualquier producto que se le ofreciese: toda la producción estaba garantizada. Por tanto, ello podría haber incidido en una no preocupación por realizar amortizaciones aceleradas o bien las lejanas en el tiempo. Creo que en 1983 estamos en otro  momento, singularmente diferente de aquel entorno y, por tanto, es de necesidad e interés ir también a distintos planteamientos en el área que aquí nos ocupa.

 

Como comentario un tanto marginal, estando en una sociedad en cambio cuando no ya en mutación, sólo se conserva lo que se reforma; y se pierde lo que se pretende siga los mismos cauces anteriores por los que discurrió. Muchos ministros de área económica tendrían que beber de las fuentes del judo, inspirado en la flexibilidad del mimbre, en vez de la oposición del roble frente al huracán.

 

¿Cuál es la realidad actual? Al adquirir un bien supeditado a amortización contable (o se realiza investigación), y sólo destinar una parte del valor adquirido a gasto dentro del ejercicio, la empresa no sólo retira efectivo para atender aquel pago, sino otra cantidad similar en concepto de retribución a la Hacienda Pública y accionariado. O sea, en vez de recibir un estímulo por la inversión efectuada, se sanciona a la empresa inversora, penalizándola, al distraer fondos de la misma y provocarse una posible falta de efectivo (vía Hacienda, 33 % y accionista, el 67 %, por ejemplo, del valor similar a la inversión) A la ausencia de liquidez se produce una reducción de su solvencia. Todo ello conlleva a un proceso de recesión de la empresa inversora.

 

Entonces se me dirá que así es difícil que se invierta. Efectivamente, por cuanto la empresa sin darse cuenta (o demasiado cuenta), se va sintiendo descapitalizada. Cada año numerosas empresas son sancionadas, indirectamente, por invertir. ¿O es que sucede lo contrario, que todo el país invierte y existe pleno empleo? La contestación, a estas alturas, no es necesaria…

 

Pero también hay que resaltar que de todos los sectores sociales se demanda inversión y pleno empleo y, por consiguiente, mayor bienestar. Si ello es así, ¿o habría que incentivar el motor que permitirá que tales deseos se hagan realidad? Con lo que no me parece moralmente ético es que tales demandas las efectúen profesionales economistas, profesores universitarios en tales áreas o algún ministro del ramo, mediante sus publicaciones en la Prensa, ya que se suelen limitar a exponer necesidades y a supeditarse a la  pujanza de otras economías, cuando, en vez de informar de una realidad, deberían escribir par informar de soluciones alternativas, y no tratarse de meros artículos de prestigio y academicista. Artículos que incitan a la curiosidad, pero que después de leídos pueden ser perfectamente olvidados, por cuanto no existe aportación de posibles soluciones a los problemas que muy correctamente exponen. ¿Cuándo se iniciará, por parte de tales escritores que tratan de temas económicos, aportaciones que benefician a la sociedad española?

 

Resumiendo, que esta es la colosal paradoja de un país en que a través de todas las instancias sociales se demanda inversión, pero, a la par, la aplicación actual de las amortizaciones contables frena la inversión y los “afectados” lo soportan bastante como un hecho normal. Por lo menos y por lo que se observa, no replanteándose su actualidad o importancia. ¿Por qué no tienen nada que decir los grandes lobbies de agrupaciones empresariales, en particular los que  agrupan a empresas que crean bienes de equipo, destinados éstos a fabricar productos y no ser utilizados como materia prima directa en el proceso productivo?

 

Por todo ello, insisto en que como consecuencia de la actual operativa contable en materia de amortizaciones se colabora en descender, peldaño a peldaño, la economía española, su PNB. Y con ello no apunto a que pueda ser el único efecto negativo, pero sí uno de los más importantes que de corregirlo tiraría del resto de la economía.

 

En cambio, con el nuevo procedimiento de amortizaciones que propongo como fenómenos inmediatos se conseguiría no descapitalizar a l empresa; obtener un balance que fuese fiel reflejo del patrimonio de la empresa y siempre de mayor solvencia; no causar trastornos a la tesorería, ya que a la salida de efectivo por compra de bienes destinados a la inversión, o investigación, nos e produciría otro flujo negativo respecto a la Hacienda y demás; se atenderían con mayor realismo al conservadurismo contable y el principio de continuidad de la empresa.  Con todo ello, la empresa podría utilizar los fondos no distribuidos, en compra de primeras materias y otras aplicaciones de activo circulante en particular, al objeto de poder obtener efectivo en un momento dado, caso de necesitarlo la empresa, en especial en la actualización de su inmovilizado.

 

Lo trascendente del procedimiento que propongo coincidiría con el interés de la Hacienda Pública (vía impuestos); los accionistas o empresarios, que quieren acrecentar su prestigio y un elemento de total trascendencia: los empleados. O sea, ¿es que todas las partes mencionadas no están total y absolutamente de acuerdo, son coincidentes en que les interesa una empresa con más tesorería y mayor solvencia?

 

A tenor de lo que sucede y cómo se aplican las amortizaciones, descapitalizando a la empresa española, sería ya llegado el momento de eliminar el principio llamado  “conservadurismo contable”, por cuanto no tiene nada de conservador, al colaborar en la ruina  económica de la empresa española. Su eliminación no debería por tanto ser objeto de recordatorio, sino de olvido absoluto. Su lugar debería ser sustituido por un nuevo principio que [por ejemplo] apunto: “reformismo contable conservador”, que permitiera o bien sugiriera que las valoraciones de activos y pasivos fueran acordes con la no descapitalización de la empresa. Este sí sería el verdadero conservadurismo de la empresa.

 

De existir un buen espíritu conservador de la empresa, acorde con el “conservadurismo contable”, ¿no sería preferible que la empresa primero atendiese a su deuda, llevándola toda a gastos (aunque a gastos extraordinarios) y en el próximo  ejercicio económico lo hiciera con Hacienda y accionistas, incluso con mayores percepciones para estos  dos grupos, al haber podido generar más renta?

 

Aparte del efecto inicial inversionista y otros de tipo multiplicador y expansivo, la empresa, al disponer de más liquidez que en la actualidad, tendría menores problemas en el pago de nóminas, proveedores y acreedores. El dinero retenido durante el período de la amortización del bien podría aplicarlo, entre otras cosas, a compra de materias primas o aquellos materiales que más le interesen. Esto, a su vez, sería otro hecho que repercutiría en la economía sobre todos los otros efectos económicos ya apuntados.

 

Si a ello se le añade que existen escalados de inversión para que las inversiones se pudieran destinar a gastos dentro del ejercicio en que se adquieren o gastan, ayudaría a definir, indirectamente, los niveles óptimos de las empresas de cada sector. Nuevamente, vemos nuevas mejoras que se producirían.

 

¿Y las importaciones? Siendo las importaciones negativas para el país [algunas; otras imprescindibles, como ciertas materias primas], el circuito de mejoras culminaría al no permitir que los bienes importados puedan acogerse a tales procedimientos, debiendo continuar amortizándolos como en la actualidad, pero además con la salvedad de que se computarían para llegar a los máximos de inversión (por sector y escalado de facturación, por ejemplo), con lo cual, si una empresa española comprase al exterior un bien que pudiera obtenerlo en el país, o bien que pudiera obtener aquí sustitutivos, sería muy difícil que el empresario importara, ya que de hacerlo le repercutiría muy negativamente, no atendiendo al objetivo de búsqueda de máximo beneficio para su empresa, lo que sería inusual para un empresario. La selectividad de las ofertas, orientándose por compra de bienes españoles e inversiones en investigación del país. Iría en detrimento de importaciones y tecnología extranjera, siendo otro resultado positivo de mi proposición.

 

Y si hasta ahora se tiende a no depositar el dinero en sectores a riesgo, con el nuevo planteamiento que propongo la inversión inteligente iría fundamentalmente destinada hacia los sectores de riesgo, salvo aquellas operaciones que por pura estrategia de diversificación realizase el inversionista, ya que el accionista percibiría más renta. Pienso que resultando todas las beneficiadas, en general, en particular lo serían las que cotizan en Bolsa, posiblemente por el añadido psicológico de la publicidad bolsista.

 

Ello, a su vez, implicaría ciertas modificaciones en los análisis de balances: ratios, por ejemplo, ya que al compararlos con situaciones anteriores, éstos darían balances de mayor liquidez y solvencia, por cuanto el efecto que produciría el mismo procedimiento de amortizaciones sería potenciador y no descapitalizador de la empresa, como en la actualidad.

 

Si realmente nuestros dirigentes se sintieran incapaces de atravesar la actual recesión, incluso viendo lo que han hecho los países más adelantados e industriales, verían que la solución que propongo ha sido inicialmente tratada, aunque no de forma absoluta como aquí se apunta. El actual presidente de USA [Ronald Reagan, período 1981-1989] propuso algunas disposiciones para la recuperación económica de su país. Entre otras: reforma de la reglamentación de amortizaciones, para desarrollar los incentivos fiscales a la inversión privada. Las empresas podrán amortizar los costes de sus inversiones más aceleradamente, reduciendo o aplazando con ello las cuotas a pagar sobre sus beneficios.

 

Considero que el estudio que presento beneficiaría al país dentro del proceso inversionista, en aras de una expansión de nuestra economía y en beneficio de sus ciudadanos. Ello incidiría muy directamente en incrementar la inversión y en reducir el paro [Tasa Paro España 1983: 16,7% y TPE el 30.6.2013: 27%], y entre otros muchos factores, en incentivar la investigación, al propio tiempo que se pondrían en marcha factores que hoy por hoy no se utilizan o se hallan infrautilizados ¿Quién asume este mensaje?”

 
 

Autor: Juan Palmarola No[gu]é
Medio de comunicación: “Cinco Días” (prensa especializada en economía)
Página: 16
Fecha: 14.6.1983

Motivo del artículo: siendo estudiante en la Facultad de Económicas de la Universidad Autónoma de Madrid, hice una pregunta al profesor de teoría contable, quien no supo contestarme; consulté lo propio al profesor de prácticas de contabilidad, quien después de un intercambio de ideas me dijo que aquello que yo le proponía sobre la no adecuación de las amortizaciones para las empresas, por lo menos tal como nos había sido explicado, no podía ser, ya que “alguien se hubiera dado cuenta anteriormente”. No satisfecho con la explicación, el fin de semana preparé un trabajo de unas 15 páginas y se lo presenté el lunes siguiente en su despacho. Cuando me tocó mi turno, el profesor, sonriendo, me dijo que había reflexionado sobre mis comentarios y que podría tener razón. Le entregué mi dossier y a los pocos días nos volvimos a ver y me hizo varias sugerencias, las cuales acomodé a mi texto.

    Como lector que era en aquella época del “Cinco Días”, me dirigí a dicha prensa y dejé una copia de mi texto por si era publicable. Me llamaron, aceptando el tema pero con la condición de reducirlo a un mecanografiado (Lexicon 80) de seis páginas y a doble espacio; otra condición, es que tenía que adaptarlo a un artículo más periodístico, y no tan técnico. Lo que intenté hacer, siendo publicado.

    1983: había la idea en España de que se iba a una liberalización, lo que al final se ha ido produciendo, traduciéndose (simplificándolo al máximo) en las tasas de paro promediadas. La liberalización de la que se trataba, era dentro de la Comunidad Económica Europea, pero se ha ido extendiendo, digamos que más o menos, a países con costes salariales y normas en general en el campo del trabajo, en las antípodas europeas. ¿Cómo salir de la crisis si la liberalización continúa sin poner barreras a economías con casi ausencia de condiciones mínimas (por decirlo finamente)? A primeros de noviembre 2013, el Gobierno de España ha divulgado que la crisis ha tocado fondo. Pero, ¿cómo puede tocar fondo la crisis si la liberalización económica sigue siendo la misma?

    2013. Primeros de noviembre: a la competencia de precios bajos de Catay, se suma la depreciación de la divisa de Zipango en un 30% respecto al euro. Entonces, dentro de dos o tres años me imagino que el Gobierno que haya en España estará obligado a realizar más recortes sociales; o como ya se está planteando la Comunidad de Madrid, bajar algún impuesto de la Comunidad y para compensarlo, realizar algunas ventas dentro del sector hospitalario, privatizando algún servicio puntual de su geografía (venta que se traducirá en pérdida de patrimonio de la Comunidad Autonómica de Madrid)

 

Tasa Paro España:

Promedios por trienios: 1984-86, 20%; 87-89, 17%; 90-92, 16%; 93-95, 22%; 96-98, 19%; 99-2001, 12%; 02-04, 11%; 05-07, 8%; 08-10, 16%; 11-13, 24%  

. Fuentes: tematicas.org y Desempleo en España






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COMENTARIOS a la entrevista de la periodista Gemma Tramullas a l’Altrange.
El Periódico, contraportada, 27.7.2013
Sobre l’Altrange y su libro: “Conferències, conferenciants, conferenciats.”
ISBN 978-84-15097-45-7.
Editorial Comanegra, 2012. 140 págs.

 

Comentarios (sobre l’Altrange, el libro y la entrevista):

 
              Primero, una foto (de Francesc Casals) y observamos a un personaje
            sobre el límite de una pila por donde discurre agua. Al fondo de la
            pared-muro, historia gráfica y textos orientativos y a modo de testimonio
            del año XIV del siglo XVIII.

 

El personaje utiliza calzado ligero y abierto, ecos del franciscanismo (de la Orden Terciaria franciscana eran Cristóbal Colón, Ramón Llull, el poeta-sacerdote Cinto Verdaguer y el poeta y masón Joan Maragall.) Lo que hace de camisa, tiene función ourobórica. También, manos y brazos juegan su papel, invitando a traspasar el umbral. Una máscara artística, original e impensable, entabla diálogo con la periodista o con el paseante espontáneo o contigo, lector de “El Periódico [27.7.2013]”

 

La marca y sello surreal entra en funcionamiento, pero en el “pórtico” de la entrevista periodística; y tratándose de ésta, diremos entrevista-conversación-diálogo. Resumiendo, no debe faltar la ineludible participación, marca de la casa.

 

La periodista Tramullas nos informa que fue testigo que desde el suelo (“d’un bot”) se coloca sobre la pica de agua, y en su límite (por lo que apreciamos en la foto.) El “bot” no es un “bat”, el cual es bien conocido de la aristocracia de los territorios catalanes a partir de Jaume I “el Conqueridor”.

 

La entrevista derivará o mejor se concreta en el: ¿quién eres?, ¿de dónde vienes? y en el ¿adónde vas?, que l’Altrange irá sorteando a su manera y estilo, procurando no despejar todas las incógnitas, siempre levantando un poco el velo, pero sin desvelar… ¡Faltaría más.!

 

L’Altrange, “l’autre ange”, es un dalí, un luís aguilé y un fulcanelli, sin olvidarnos de su globalismo del undonjuan. Como también en el “uso” del nombre Altrange nos refiere que fue “para desposeerse de…” o a modo de “limpieza” y también se utiliza sobre todo en algunos varones el rapado en los solsticios del que el personaje que tratamos recuerdo hizo en alguna ocasión; y si se me permite un salto en la historia no contemporánea, Antoni Gaudí Cornet realizó dicho rapado durante un período de su vida. 

 

En el “¿adónde vas?”, lo traduciría por la temática que nos aporta el título del libro: “Conferències, conferenciants, conferenciats.” Tema que motiva la entrevista con la periodista.

 

A partir de ahí, presenta de forma resumida, el libro, su contenido, combinando fotografías y textos, en un trabajo de campo, muy personal del autor de la obra.

 

El libro, como el tema en una obra de arte, puede ser el motivo para desarrollar conocimientos.

 

¿Y las conferencias? Cada una es inédita e imprevisible y, como el arquitecto de Riudoms, trabaja sin pararrayos.

 

Pasen señores pasen, que la conferencia está a punto de empezar; una advertencia: traigan paragüas y casco.

 

 

Joan Palmarola i Nogué

Miembro de la Associació Col.legial d'Escriptors de Catalunya (ACEC)

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